En medio de las negociaciones con el FMI y la eliminación del cepo cambiario, el Gobierno de Javier Milei instruyó a sus equipos y sectores empresarios evitar el término «devaluación» y negar su impacto en los precios, mientras busca desesperadamente dólares para sostener el tipo de cambio.
El manual de lo que no se debe decir
Fuentes oficiales confirmaron que el Presidente pidió a su ministro de Economía, Luis Caputo, y a su equipo «negar el traspaso de la suba del dólar a precios». El viceministro José Luis Daza incluso afirmó que «al Gobierno no le preocupa el dólar», pese a que en el primer día sin cepo la divisa cerró en $1.233, con el Banco Central sin poder comprar reservas, clave para cumplir con las metas del FMI.
La estrategia incluyó reuniones con bancos e inversores para instalar un mensaje de «estabilidad» y convencerlos de vender dólares para aprovechar las altas tasas en pesos. «Hagan carry trade, las vamos a subir de nuevo», les aseguraron. Sin embargo, el mismo día se registró una fuga inusual de depósitos en dólares, desmintiendo el discurso oficial.
La pulseada con el campo y la foto polémica
Milei intentó sin éxito que los productores agropecuarios liquiden soja, ofreciendo quitar retenciones de manera temporal. La respuesta fue contundente: «Hasta que el dólar no llegue a $1.400, no se vende nada», dijo un sojero a este medio.
Mientras tanto, una foto del equipo de Caputo celebrando en el Ministerio de Economía, subida por el vocero Manuel Adorni, generó malestar por su tono «desconectado» de la crisis.
Inflación y precios: la batalla que no se frena
Pese a que el Gobierno insiste en que la inflación de marzo fue un «fenómeno aislado», las empresas ya aplican aumentos. Aceiteras como Cañuelas y AGD subieron sus listas un 9%, y se esperan más ajustes. Grandes cadenas de supermercados analizan cómo absorber los impactos, pero admiten: «Van a venir más aumentos».
Con reservas críticas y un dólar que el mercado aún no considera «de equilibrio», el oficialismo enfrenta su prueba más dura: sostener el tipo de cambio sin divisas genuinas, en un esquema que depende cada vez más del endeudamiento.
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