Pese al derrumbe de la demanda, la leche fluida mantiene precios equivalentes a los de países que deben importar el producto, se repite una vieja frase: «las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas» una síntesis de una Argentina donde la clase obrera empieza a limitar acceso a cosas tan básicas como la leche el pan y la carne.

La fuerte caída en el consumo de leche es alarmante. Pero, al mismo tiempo, el precio del litro en sachet se mantiene en valores muy elevados, por encima de 1,50 dólares si tomamos la cotización oficial, o arriba del dólar si lo comparamos con la cotización del blue o los del «contado con liqui» o MEP (dólares financieros). Prácticamente al mismo nivel que se paga en países de altos salarios que, además, deben importar ese alimento por carencia o insuficiencia de la producción propia. Es el caso de los países europeos, que están entre los mayores importadores de leche del mundo. ¿Por qué en Argentina se paga la leche al mismo precio que si se importara? 

El mercado interno de la leche viene sufriendo una transformación estructural que no parece estar siendo percibida. Al menos, no está siendo debatida públicamente. Es permanente la desaparición de tambos chicos, generalmente familiares, históricamente con márgenes de rentabilidad reducidos que frente al aumento de los costos de producción (electricidad, insumos importados, intereses de deudas bancarias, fletes), quedan descolocados para seguir en la actividad. 

Los tambos más grandes, en cambio, pueden diluir esos mismos costos en una mayor escala de producción y sacan entonces un mayor beneficio de los precios elevados en el mercado interno. Hoy, con un precio del sachet en góndola por arriba de los 1200 pesos (1490 pesos en primera marca, 1290 en segundas), el tambero grande está cobrando 400 pesos por litro de leche vendida. 

«El 70 por ciento de la producción de leche argentina va al mercado interno. Pero hoy vemos que tenemos un precio en góndola arriba de un dólar, el mismo precio que paga un ciudadano alemán, holandés o belga, países que, a diferencia de lo que pasa en Argentina, son fuertes importadores de leche, los mayores del mundo junto a China».

«Es duro decirlo, pero el consumo interno de leche cayó en promedio un 20 por ciento, comparado con datos del año anterior. Las entidades agropecuarias más conservadoras, que defienden los intereses de los grandes productores, como Sociedad Rural y CRA, justifican la exportación de leche diciendo que hay un excedente de la demanda interna. Lo que no cuentan es que ese excedente se debe a la baja del consumo de leche por la pérdida del poder adquisitivo de la gente.

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